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  • Foto del escritorIngrid Usuga

Vínculos indestructibles: Perdí mi cuerpo, de Jérémy Clapin.

Actualizado: 1 may 2020


Vínculos indestructibles


“Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante”

-El principito


Ponte audífonos, piérdete, permítete sentir, déjate llevar, vuela, reencuéntrate en esa música. En esa que es capaz de sacar a flote tus temores internos y tus pasiones escondidas. Entrégate a esas reliquias que aún conservas. A esos recuerdos que no se hacen presentes únicamente con imágenes, sino con sonidos. Entrégate al universo de Perdí mi cuerpo (J’ai perdu mon corps, 2019)

Naoufel (la voz de Hakim Faris en la versión original) es un muchacho que desde pequeño se interesó por el registro sonoro, dándole un significado claro: que le sirviera para establecer “la conexión”. Cuando era un niño, le regalaron una grabadora portátil y, desde entonces, comenzó a grabarlo todo: la voz y la música de su madre, las lecciones de su padre, incluso cosas tristes y dolorosas que quedaron ahí registradas -en forma de cicatriz auditiva- que volvían desde el pasado siempre que las invocaba.

La historia de Naoufel, el protagonista de Perdí mi cuerpo, es la crónica de sus pérdidas: familiares, afectivas, corporales. Sobre todo, porque todo el tiempo en el filme habita una sensación de nostalgia, de soledad, de extrañar algo, de intentar reencontrarse con su propio ser. El director Jérémy Clapin reúne toda esta mezcla de sensaciones y situaciones en una sola y hermosa metáfora: una de separación y encuentro. La película es una fábula en la que un miembro cercenado busca, como si tuviera vida propia y ojos, reencontrarse con el resto del cuerpo del que fue involuntariamente mutilado. Fíjense que no es el cuerpo el que busca al pedazo faltante, es este el que se lanza a buscarlo. Esto habla del poder que tienen las conexiones, que son únicas. Como si se estuviera refiriendo a la unión de dos amantes que, una vez separados, se siguen atrayendo, que siguen apareciendo en imágenes silenciosas del otro entre los sueños, desde la distancia.

Debo resaltar con muchísimo énfasis lo poderosa e imponente que es la música en este filme creada por el compositor parisino Dan Levy, su composición sonora no opaca el valor que las imágenes animadas tienen en la película; por el contrario, es capaz de potenciarlas recreándonos un universo espacial -como si estuviéramos viendo obras como Ad Astra (2018), Interestelar (2014) o Arrival (2016). Estas imágenes sonoras son capaces de transportarnos esta vez no a un lugar fuera de nuestro planeta, sino al universo interior de un personaje. Es como si estuviéramos sintiendo lo que siente Naoufel a través de lo que escuchamos, así como él revive su vida dándole “play” a una grabadora. Los sonidos le han servido siempre de conexión, repito. Y ahora él quiere que pase lo mismo con la persona indicada.

Ya he hablado mucho de la metáfora, pero... y ¿quién era Naoufel? Más allá de la mutilación que tuvo, ¿qué lo hacía tan único? ¿Quién era ese ser tan especial, tanto que una parte de su cuerpo buscaba regresar de nuevo a él? Naoufel era un chico común, que creía haber descubierto la fórmula para retar el destino y cambiar lo ya escrito. Era un muchacho decidido a no quedarse atrapado en su zona de confort. Así que decidió que un acto de valentía/rebeldía final, lograra hablarle de él a los oídos de alguien más (que no fue capaz de escucharlo con el corazón) a través de un registro sonoro. Y lo hizo, literalmente, lanzándose al vacío, con la esperanza de que ese símbolo haya valido la pena y no se diluyera como arena entre las manos.

Esta película en particular me llenó de un montón de emociones y sensaciones a través de su discurso narrativo, sonoro y visual. Que una película tenga el poder de controlarte emocional y sensorialmente no tiene explicación, simplemente es admirable. Es para lo que el cine está hecho, es su fin.

- ¿Crees en el destino? ¿Crees que todo ya está escrito? ¿Que seguimos una trayectoria?

-Sí

- ¿Y que no podemos cambiar nada?

-Creemos que sí, pero no. Es una ilusión. A menos que... hagamos algo totalmente impredecible e irracional. Es la única manera de romper el hechizo para siempre.

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©Ingrid Úsuga

Crítica de cine y nadadora artística profesional

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