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Foto del escritorIngrid Usuga

Un Nombre: Un tesoro. Halston, de Daniel Minahan.

Un Nombre: Un tesoro


“Me hice de la nada. Empecé desde cero. Los hombres como nosotros vienen de un lugar lejano para inventarse. Crear algo de la nada.”

-Roy Halston a Ed Austin

¿De dónde sale la inspiración? Tienen que existir motivaciones muy fuertes para crear arte, vestuario, nuevas maneras de pensar y de sentir; de cambiar la visión de una sociedad o del mundo entero. Pues Roy Halston Frowick nació para dar ese salto al vacío, esa nueva percepción de la vida. Halston (2021) es una mini serie de Netflix dirigida por Daniel Minahan, basada en la novela “Symply Halston” del periodista y presentador de radio Steven Gaines, quien también escribió el bestseller internacional “The Love You Make: An Insider's Story of the Beatles”. Y, en la industria de la moda, además de Halston, escribió la biografía de Calvin Klein.


Roy Halston Frowick nació en Des Moines, Iowa, el 23 de abril de 1932 y murió en San Francisco, California, el 26 de marzo de 1990. Fue considerado como la primera superestrella internacional de la moda. “Siempre he diseñado. Hacía sombreros para levantarle el ánimo a mi madre”, decía Halston en la mini serie, en la que es interpretado por Ewan McGregor. Ese fue su inicio en el mundo de la moda: hacer sombreros para su mamá. De niño, escogía los materiales (flores, telas), colores y formas que mejor le combinaran. Esa era su motivación y ese se convertiría en su legado de por vida.

En la miniserie es claro que puede haber situaciones ficticias para efectos dramáticos, pero sí hay mucho de la vida de Halston que quedó representada ahí, ya que el hecho de haber sido una persona reconocida en la sociedad, cualquier cambio significativo en su vida sería percibido rápidamente. Sin embargo, la sobrina de Halston, Lesley Frowick, en una entrevista dijo: "No se consultó a los archivos y la familia de Halston sobre la próxima serie de Netflix que involucra un relato inexacto y ficticio del famoso diseñador de moda". Añadió además que los archivos Halston: “siguen siendo la única fuente definitiva y completa sobre el hombre y su legado como custodio designado personalmente de sus papeles y efectos privados". Ella es la directora ejecutiva de esos archivos y produjo el documental “Halston: The Original Fashion Mogul” (2019) acerca de la historia de su tío. Pero nadie puede declarar la verdad absoluta, de alguna u otra manera siempre existirán pequeñas inconsistencias y puntos de vista sobre la vida de personas que se convirtieron en íconos.

La miniserie se convierte en una delicada narración que inunda al espectador con colores, texturas y luces. Sumada a la actuación perspicaz de Ewan McGregor, que vemos convertido en un hombre muy amanerado y con mucha clase. Todos los personajes que acompañan al protagonista no solo realzan los talentos de un diseñador caprichoso pero cuidadoso con sus obras, sino que además se volvieron un equipo para él, para su nombre, para ayudar a cumplir sus sueños. Es un deleite ver en pantalla la sensualidad que le dan a las prendas y a las telas, ellas, las que por momentos se vuelven protagonistas y cuentan la historia por sí mismas.

La miniserie también destaca la vida de la gran confidente de Halston, que fue la actriz y cantante Liza Minnelli (caracterizada perfectamente por Krysta Rodriguez) y quien además, fue su mejor amiga, su compañía constante. Ninguno de los dos se alejó en ningún momento de la vida del otro, a pesar de estaban rodeados de un mundo lleno de ambiciones. Ella siempre lo animó, ella siempre le dio sus “empujoncitos” y fue en ella en quien se inspiró inicialmente Halston para transformar su vestuario de anticuado e infantil al de una diva estadounidense. Sin ella, fácilmente la historia de Halston pudo haber sido otra.

Pero no solo fue Liza: Halston fue reconocido gracias a que Jackeline Kennedy (futura primera dama de los Estados Unidos), a finales de los años sesenta le solicitó el diseño de un sombrero para llevarlo en la ceremonia inaugural de la presidencia de su marido. Para ella, diseñó algo que no le fuera a tapar el rostro ya que millones de personas estarían pendientes ese día de lo que dijera y vistiera. Ahora bien, los diseños de Halston también incluía materiales de alta costura: “Solo se necesita a una persona de la alta sociedad para cambiarlo todo. Si logro que la persona correcta vista mis diseños, todas las mujeres del país los usarán”, decía Halston unos años después de esa ceremonia; evidentemente, la lección la había aprendido. Él no solo era un artista, no solo sabía cómo combinar su ropa, sino que entendía cómo causar inspiración con sus prendas. No solo se trataba de que las prendas fueran bellas, se trataba de que fueran sofisticadas, pero que, a su vez, algunos de sus diseños sirvieran para el ocio.

La simplicidad de sus creaciones fue su sello personal. Halston odiaba los estilos exagerados comúnmente elegidos por los diseñadores europeos, por lo que marcó una nueva tendencia con mucho impacto en un desfile de modas en 1973 en Versalles, en el que diseñadores estadounidenses fueron invitados a presentar sus obras a diseñadores franceses. El atuendo más conocido de Halston fue el vestido tipo camisa hasta la cintura “ultrasuede”, que se convirtió en unos de los vestidos más populares de los estados unidos en los años setenta. Su éxito estuvo basado en los principios mínimos y conceptuales, dando como resultado ropa glamurosa y sensual en su simpleza, que, además, tenía el ingrediente de practicidad: poder ser lavado en una lavadora. Halston se volvió un creador multifacético, desde sombreros y trajes, hasta diseños mobiliarios, uniformes para líneas aéreas y su línea de perfume que estaba en una botella diseñada por Elsa Peretti. Este último obtuvo una ganancia de 85 millones de dólares en ventas entre 1975 y 1977.

“Mi mujer cree que eres un genio. Creo que es una palabra peligrosa. Creo que, cuando te llamas genio, dejas de crecer”. Le decía David Mahoney a Halston, un empresario que lo acogería al inicio de su salto a la fama haciéndolo crecer mucho más. Pero al parecer, su comentario tuvo razón, llegó un punto en el que la celebridad comenzó a amar la vida excéntrica, todo tipo de drogas, el despilfarro de dinero en cualquier cosa que quisiera. Apareció la ferocidad una vida nocturna sin límites, llena de demonios hambrientos de ego y placer.


Halston se convirtió en un elemento fijo en las fiestas de Nueva York y se le veía constantemente en la discoteca Studio 54 (se muestra claramente en la serie) y allí, conoció al artista Andy Warhol, con quien se sentaba en las fiestas simplemente a observar y a emborracharse, y a ellos, se les unió el también diseñador Calvin Clein (aunque ninguno de estos dos personajes fueron mostrados en la serie). Según Martha Fernández, Andy Warhol llegó a hacer una lista con los mejores trucos para ir a Studio 54:


1. Ve siempre con Halston o vestido de Halston

2. Llega muy pronto o muy tarde

3. Aparece en una Limusina o en u helicóptero

4. No uses nada de poliéster, ni la ropa interior

5. No menciones mi nombre, Andy Warhol.

Halston empezó a flaquear y su inspiración a decaer. Sus motivaciones cambiaron, ya no había inocencia en esos diseños que quería crear para alegrar a una madre triste. ¿El dinero? ¿Las drogas? ¿La ambición? O simplemente el cansancio de la vida fue la encargada de marchitarlo. Debido a su vida promiscua homosexual, sin cuidado alguno, contrajo el VIH, sumado el desinterés a trabajar en su propia compañía. Su vida se fue en declive y hasta fue despedido de la empresa que llevaba su nombre, nombre que jamás pudo recuperar. Falleció en 1990 por las complicaciones de su salud relacionadas con el SIDA. No podría decirse que su vida tuvo un fracaso o que sus creaciones fueron en vano. Simplemente fue su proceso, uno en el que no solo dio alegría a su madre, sino que transformó la visión de la moda a nivel mundial para siempre.


Es hermoso ver los últimos minutos del último capítulo de la miniserie: es como si nos dijeran “valió la pena”, valieron todos los peros, dolores, interferencias e impedimentos. Valió la pena, valió y vale la pena el nombre que Halston perdió, porque nunca perderá el mérito de haber creado un imperio a punta de espíritu, amor y fe. Desde la nada, solo con esperanza -y un poco de suerte-, claro está.


Les comparto el tráiler:


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©Ingrid Úsuga


Crítica de cine y nadadora artística profesional

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