Retornos inevitables
“Yo soy tu amigo fiel”, dice la canción de Randy Newman… y, efectivamente, Woody (interpretado por la voz de Tom Hanks) lo fue… sin duda. Estos juguetes tienen claro su propósito: tener un niño y hacerlo feliz. El sheriff Woody desde siempre, ha hecho todo bajo la convicción de entregarle lo mejor de sí mismo a cada niño por el que pasa, en Toy Story 4 (2019) Bonnie, es su niña. Pero nunca es elegido por ella para jugar, siempre aparecen otros intereses más que estar con él. Esta película se enfoca en la aparición de un nuevo personaje creado por ella, con restos de basura que había en el jardín infantil el primer día que asistió; y, a este personaje, con cuerpo de tenedor-cuchara de plástico lo llamó “Forky”. Las preocupaciones aparecen porque él no quiere ser juguete, sino que quiere seguir siendo basura.
Esta serie de películas se reconocen gracias a la frase de la canción mencionada en el texto, ya que siempre construyen historias que reflejan la importancia de la amistad y del respeto a esta. Woody y Forky inmediatamente se adueñan de toda la narrativa y los juguetes como Buzz Lightyear o El Señor cara de papa tienen una resonancia menor a como la pudieron haber tenido en anteriores entregas.
Woody se enfoca en explicarle a Forky el significado y la importancia que tiene él para Bonnie (concepto que logra entender después de infinidad de intentos de escape para ser “basura” de nuevo). Woody siempre lo buscaba y lo sacaba de donde se hubiera perdido para que Bonnie -sin darse cuenta- no creyera que se había perdido. Pero Woody, no se daba cuenta de que realmente, aunque estaba cumpliendo correctamente con su deber, estaba poniendo en riesgo a los demás juguetes solo por el propósito de hacer lo correcto para su dueña -que no lo estaba valorando lo suficiente-. Allí radica en que estaba siendo leal a sus objetivos, pero se estaba olvidando de algo más importante… lo que era la lealtad consigo mismo.
La dualidad entre la lealtad hacia los otros y hacia sí mismo es muy compleja, crea amnesia, por lo tanto, descuido de sí mismo y distracción de lo que queremos. Pero, Woody en este caso, sentía que el amor hacia Bonnie debía superar cualquier interés propio, que debía hacer sacrificios heroicos en los que su voz interna no existía nunca. Al final, este filme le da a él la oportunidad de reconciliarse consigo mismo, en una lucha que ya no era por la aceptación de un niño, sino por el encuentro con sus anhelos y de elegir -por fin- a quien amar de verdad: a su Bo Peep (voz de Annie Potts) la pastorcita que estuvo muy ausente en la anterior película.
Pero como ocurre en muchos casos de nuestra realidad humana, estos autodescubrimientos solo existen en las películas creadas por Pixar Animation Studios y Walt Disney Pictures. Y es, a través de estas historias que llegan a tantas personas, con su característica de entregar sonrisas a través de personajes y diálogos recargados de “inocencia”, pero que al final, repercuten en quienes la ven, captando en la consciencia el mensaje que quieren enviarnos. En este caso, es encontrar el coraje para actuar en dirección a nuestra verdad de la manera más leal, no hacia los otros, sino a sí mismo.
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©Ingrid Úsuga
Crítica de cine y nadadora artística profesional
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