Manos enlazadas
“Este es el sonido más mágico que jamás podrás escuchar” … mientras al fondo se escucha el eco ensordecedor de unos latidos fuertes y rápidos de alguien -un ser que, al parecer, no podrá conocer la luz del sol, ni respirar oxígeno-. Estos sonidos parecen más una música de terror, de esas que te dejan sin voz, porque si gritas podría aparecer un monstruo. Exactamente fue esto lo que sintió Autumn (interpretada por Sidney Flanigan en su debut en el cine), la adolescente de 17 años protagonista de este filme, al soportar ese gel frío que estaba sobre su vientre, al tiempo que un ecógrafo se hundía en su piel. No sabía qué era peor, si la voz de la médica dando su inoportuna opinión o los latidos tan armoniosos como aterradores del feto que crecía dentro de ella.
El tercer largometraje de la directora norteamericana Eliza Hittman, Never Rarely Sometimes Always (2020) es una aguda ausencia. Está ausente la sonrisa de Autumn, están ausentes sus ilusiones, sus sueños, sus ganas de vivir. Es una ausencia (y casi una amenaza) su familia y es una ausencia el hombre -tan joven como ella- que la dejó en embarazo. Ella ni siquiera se pregunta si él va a ayudarla a soportar esta situación, a tratar de resolver entre los dos este lío, que pareciera que solo fuera responsabilidad de ella, a la única que su cuerpo le cambia y la única que debe aguantar cualquier dolor y el rechazo social pleno. Pero, ¿para qué lo buscaría? Autumn sabe de la actitud infantil de un chico adolescente como ella, incapaz de asumir esta situación, así que ella -en silencio- decide afrontarlo sola.
Skylar es su prima (igual de joven) y decide acompañarla, “tomarla de la mano” y no dejarla hundirse en esta tierra movediza. Así que ambas emprenden un viaje largo, en el que dejan el pueblo de la Pennsylvania rural en el que viven e irse a Nueva York a buscar una clínica para practicarse un aborto legal. La enormidad de esta nueva ciudad no es un impedimento para lograr su objetivo. Además, Autumn encuentra otro apoyo, justo el que necesitaba, como si fuera el de una madre: el de una asesora en la clínica de abortos (probablemente una enfermera); una mujer tan cálida, que Autumn se abre a ella para que la resguarde en este procedimiento tan tenaz. Entiendo ese sentimiento, también lo tuve, aunque no en esta misma situación.
Ahora vemos unas manos unidas, una dándole fuerza a la otra y la otra sosteniendo lo más fuerte que puede. No son las manos de dos enamorados, no. Es la unión de ellas dos mientras Autumn quiere que todo acabe. Never Rarely Sometimes Always es el lado legal del aborto, así como 4 meses, 3 semanas y 2 días (4 luni, 3 saptamani si 2 zile, 2007), es el lado ilegal. Pero ambas películas tienen una semejanza y es la solidaridad femenina, es ese lazo indestructible que se forma entre las mujeres que saben, que de alguna u otra forma, si ellas no se apoyan entre ellas, nadie más lo hará, nadie más estará.
Lo más notable de este filme es la mirada que tiene. Siempre nos la cuentan desde el lado de Autumn, ella es la única protagonista y por eso mismo, muchas cosas estarán ocultas para el espectador, justamente porque solo revelan lo que ella quiere expresar, muchas verdades sobre ella nunca las alcanzamos a saber ni a descubrir.
Hay un primer plano, el más impactante de la película, en el que la asesora le hace unas preguntas a Autumn sobre su vida sexual, a lo que ella debe contestar: “nunca”, “rara vez”, “algunas veces” o “siempre” (por eso el título de la película). Todo el tiempo la cámara está en su rostro, nunca lo pierde de vista, para que veamos todo el tiempo el rostro de ella, con sus pequeñas o grandes reacciones frente a unas preguntas que la estremecen por lo francas y fuertes; en este punto ya somos conscientes del desamparo de esta adolescente, de su enorme soledad, del abuso que ha sufrido.
La película en realidad tiene un ritmo lento y se puede volver monótona; quizá esto se deba a la misma personalidad del personaje protagónico, tan reservado, que en su ahogamiento intentaba mostrarse tranquila por fuera -siendo esto lo que vemos- pero a punto de explotarse por dentro -explotar ese otro ser que tiene y fingir que nunca existió-. Si uno observa más allá de la lentitud del desarrollo narrativo, puede leer, sin duda, muchas cosas más. ¿Cuántas Autumns existirán en el mundo ahora, que ni siquiera cuentan con las manos de otras mujeres solidarias?
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©Ingrid Úsuga
Crítica de cine y nadadora artística profesional
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