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  • Foto del escritorIngrid Usuga

Lealtad Traicionera: Dogman, de Mateo Garrone

Lealtad Traicionera

“Todos los hombres son dioses para su perro. Por eso hay personas que aman más a sus perros que a los hombres.” 

-Aldous Huxley



¿Hasta cuándo la lealtad y el cariño por el otro resisten las decepciones y las traiciones?, ¿En qué está medido el valor que cada persona le otorga a lo que puede soportar? Marcello (Marcelo Fonte) es un peluquero y estilista de perros en Magliana, un barrio muy peligroso de Roma. Es un hombre tranquilo y con muy buena relación con sus vecinos cercanos; además, con una personalidad de esencia pacífica y sumisa. Tiene una hija de unos 12 años que lo visita habitualmente a su barbería. Marcello quiere tener más dinero, se mete en el negocio del contrabando de coca. Ahí conoce a su “mejor amigo” Simone, quien es un hombre completamente diferente a él: agresivo, impulsivo y traidor.


Marcello se dedica a cuidar a los perros y a consentirlos, tiene una gran capacidad de relacionarse con ellos. Su barbería parece más una carnicería; tiene cuchillos de diferentes filos, una mesa de metal como la de un quirófano, jaulas donde pone a los animales; es un espacio en el que cuando la luz cae, la oscuridad y la frialdad se apoderan pavorosamente de él y más aún cuando su amigo Simone lo visita, quien se aparece a cualquier hora y en cualquier momento y por cualquier razón. Lo único que le importa a él es consumir la coca que Marcello le da, él no respeta si su hija está o si está incómodo –por ahí se empieza a identificar el egoísmo que hay en una amistad que solo va en un sentido–.


Dogman (2018), la más reciente película de Matteo Garrone, está inspirada en el “delito de Canaro”, el homicidio del criminal y boxeador amateur Giancarlo Ricci ocurrido en 1988 en Roma, a manos de Pietro De Negri. Sin embargo, a medida que la película avanza, la narración se aleja por completo de los hechos reales. El guión contiene mucha ironía, haciendo que el personaje principal evolucione de una manera impensada. Para Marcello, la lealtad hacia su amigo hace que siempre tape sus necedades. Entregado con valentía a su amigo sin pedirle nada a cambio, Marcello se fue desmoronando y transformándose velozmente cada vez que Simone lo irrespetaba.


Los seres humanos tienen límites de paciencia y de espera, cada uno a su propia medida. A veces pueden existir emociones más poderosas que el cariño para seguir en la espera ilusa de un cambio -como quizá en este caso, lo era el miedo o quizá la necesidad que tenía Marcello de ser querido o importante para alguien-. Prácticamente, Simone se convirtió en un perro salvaje de la calle que Marcello intentó domesticar y proteger (como lo hacía con los perros que cuidaba) pero este, al ya tener su esencia definida, al tener ya sus hábitos mecanizados, no iba a cambiar y mucho menos mejorar. Era hora de hacer algo. Y Marcello lo hizo. Un acto tan extremo como liberador, tan instintivo y a la vez de la entraña humana. Lo entiendo.


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Publicado originalmente en la edición digital de la Revista Cero en Conducta No.5 (Bogota, enero - marzo de 2019).


©Ingrid Úsuga

Crítica de cine y nadadora artística profesional

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