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  • Foto del escritorIngrid Usuga

Hedonismo plástico: Una chica fácil, de Rebecca Zlotowski.


Hedonismo plástico

Una adolescente francesa pasa sus vacaciones en la playa acompañada de una prima suya, unos años mayor que ella. La adolescente es una especie de “patito feo” en comparación con su voluptuosa y seductora prima, que no pasa en ningún momento inadvertida y se convierte rápidamente en objeto de deseo de los hombres del lugar. Créanme, por favor, que, aunque parezca, no estoy haciendo la sinopsis de Una chica fácil (Une fille facile, 2019), sino de Paulina en la playa (Pauline à la plage, 1983), de Eric Rohmer. Lo que pasa es que ambos largometrajes parten de la misma premisa, pero lo que las diferencia es el tono.

Donde la película de Rohmer es reflexiva y ahonda en las dificultades del proceso amoroso (para ambas chicas), la película de la directora Rebecca Zlotowski se recrea en el cuerpo femenino desinhibido y en la falta de frenos morales de Sofia, la prima mayor de Naïma, las protagonistas de Una chica fácil. El filme parece hecho para atrapar visualmente con los majestuosos paisajes de Cannes y para suscitar el escándalo (y generar taquilla) por los desnudos y las escenas de sexo que involucran a Sofia, a la que además da vida Zahia Dehar, una ex escort de origen argelino que se vio involucrada en un enredo sexual con algunos futbolistas de la selección francesa cuando aún era menor de edad. Zahia a partir de ahí catapultó su carrera como celebridad, modelo y actriz. Sus atributos físicos hablan por sí mismos y sumados a su actitud, hacen de su personaje el prototipo de la joven que se vende, sin que ello represente para ella problema o conflicto alguno. Ese es su estilo de vida y lo asume con toda naturalidad.

Naïma (interpretada por Mina Farid), la observa sin juzgarla. Quiere realmente a su prima y en el fondo envidia su desenvoltura social y su éxito sexual, por eso trata de imitarla y seguirle sus pasos, pese a que en el fondo sabe que hay diferencias fundamentales entre ambas, que van más allá del aspecto físico. En el fondo, Naïma aunque no lo diga en palabras, con su expresión demuestra su dualidad y dudas frente a lo que su prima es. Naïma quiere -también- entenderla, pero ella es casi que un muro (espiritualmente hablando) impenetrable. El título de Una chica fácil no alcanzaría a abarcar todo el significado de esta película, solo sirve para atrapar aún más a un público ansioso por entretenerse. Porque más allá de que Sofia sea un personaje híper sexualizado y atractivo, existen muchos motivos psicológicos para su tendencia y gusto por la plasticidad y la perfección física que la llevan a actuar así. Este gusto Sofía sabe cómo satisfacerlo, sabe que unos senos grandes, unos labios carnosos, unas caderas grandes y unos vestidos semi transparentes convencen unos ojos masculinos embriagados de lujuria. A ella no le importa lo que los demás piensen de ella, simplemente vive una vida sin restricciones. “El amor no me interesa. Debes arreglártela sola” le dice Sofía a Naïma.

Quizá el abrirse así para tener sexo con quien le plazca es simplemente una excusa para satisfacer unos vacíos internos enormes. Quizá lo hace solo por llamar la atención. Quizá lo hace para evadir conflictos internos que no descifra aún. Quizá por dinero y ya, tan simple como eso. Pueden ser tantas cosas, pero lo que es claro es que Sofía no se ve feliz de verdad, una sonrisa repentina, una mirada pícara o un manejo del cuerpo seguro no es, sin embargo, la representación perfecta de un alma tranquila y plena.

- ¿Crees que Sofia es libre? -La madre de Naïma le pregunta a ella

- ¿No es libre? -Le responde Naïma

- La libertad es una cosa muy difícil

No podría dejar de verse esta película sin pensar que tiene mucho de autobiográfico, después de saber que Mina Farid hizo parte de la creación de la creación del guion junto a Teddy Lussi-Modeste y su directora Rebecca Zlotowski. Viéndolo desde el punto de vista de Sofía, más allá de ella como personaje, podría decir que es una película en la que ella tuvo la fuerza de resurgir, de hacerse ver de nuevo y luchar contra esa posible derrota pública luego de su escándalo. Lo más sorprendente es que lo hace de una manera muy honesta y auténtica a su esencia hedonista. No tuvo que interpretar un personaje muy alejado a su realidad. No tuvo que salirse mucho de su zona de confort. El mundo narrativo de la película, simplemente fue una excusa para ella volver a darse su lugar.


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©Ingrid Úsuga

Crítica de cine y nadadora artística profesional

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