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  • Foto del escritorIngrid Usuga

Fragmentos de la verdad: Agnès Varda

Fragmentos de la verdad


“La astucia puede tener vestidos, pero a la verdad le gusta ir desnuda”.

-Tomas Fuller



¿Cómo hacer cine si lo que los otros hacen en tu vida no te toca el alma? ¿Cómo no retratar las emociones que producen los otros en ti? Podría decirse que de eso se trata el cine de Agnès Varda. Cada sensación, cada pensamiento; el ver pasar, el observar… eso forja su carácter como directora: en ser un cine vivencial. Ella capta los pequeños detalles que circundan la realidad y que en el montaje se traducen como cada instante vivido por los personajes de sus historias.


Agnès es una mujer que se define a sí misma como “una viejita, regordeta y habladora…”; ella es una fuerza de la naturaleza y una realizadora en plena forma. A sus 90 años cuenta la historia de los “otros” y la propia a través de lo que vivió con ellos y de las emociones que le produjeron: “Sin embargo, son los otros los que me interesan y a quienes me gusta filmar. Los otros, que me intrigan, me motivan… me interpelan, me desconciertan, me apasionan”, según cuenta ella misma en su documental Las playas de Agnès (2008)


La sociedad y los “otros” son quienes moldean nuestra personalidad, quienes nos hacen sentir cualquier cosa: rabia, alegría, tristeza… esas emociones y sentimientos son los que se ven reflejados en su cine, ya sea a manera de crítica o solo como expresión de la belleza que crea un entorno con el que estamos de acuerdo o no.

Varda estudió Historia del Arte en la École du Louvre y su primer acercamiento al cine fue a través de la fotografía –con la que contaba sus primeros relatos–. Además, trabajó como fotógrafa oficial del Teatro Nacional Popular ó Théâtre National Populaire (TNP) de París. Su cine no deja de parecerse a sus gustos iniciales, le gusta apoyar con su voz o a través de textos lo que las imágenes le muestran al espectador (utiliza la combinación de la esencia documental con un desarrollo narrativo -utilizado mucho en el cine realista actual-).

Agnès Varda nació el 30 de mayo de 1928 en Bruselas, Bélgica. Es hija de un padre griego y madre francesa. Su padre pertenecía a una familia de refugiados griegos de Asia Menor. Vive y trabaja en París. Es considerada la «abuela de la Nueva Ola» (Nouvelle vague) y es una de las pioneras del cine feminista.

Varda tuvo dos matrimonios en su vida, primero con el actor y director teatral y operístico Antoine Boursellier –en 1958 tuvieron una hija llamada Rosalie Varda, que hoy en día es diseñadora de vestuario y directora artística– y, en 1962, con el director Jacques Demy, con quien estuvo hasta su muerte, en 1990. En la película Jacquot de Nantes (1991) Varda hace un relato de la infancia de Demy y su amor por el teatro y el cine. También le rindió homenaje en Les Demoiselles ont eu 25 ans (1993) y L'Univers de Jacques Demy (1995). En 1972 tuvieron un hijo: el actor Mathieu Demy.


Su primera película, La Pointe Courte (1954), eran dos relatos en uno: el primero orbitaba alrededor del diario vivir del pueblo pesquero de La Pointe Courte, y el segundo sobre la relación de una triste pareja y su vínculo con la pequeña ciudad: él vive en el pueblo y ella es parisina. La película es una de las precursoras estilística de la Nouvelle Vague francesa.

“La irreprimible Agnès Varda” se lee en la portada de la revista Sight and Sound de julio de 2018 y es fácil entender el porqué: En 1985 con la película Sin techo ni ley (Sans toit ni loi) obtuvo el León de Oro del Festival de Cine de Venecia y su biografía documentada en Las playas de Agnès el Premio César en 2009: “Esta vez para hablar de mí pensé: si abriéramos a las personas, encontraríamos paisajes. Si me abrieran a mí, encontrarían playas”. Además, fue galardonada, en noviembre 2017, con el Oscar honorario a toda su trayectoria –primera directora en recibir esta estatuilla- y su documental Rostros y lugares compitió por el Oscar a mejor documental en 2018. En el Festival de Cannes en mayo de este año, ella y Cate Blanchett lideraron la protesta silenciosa de 82 mujeres de la industria del cine, que en la alfombra roja del teatro Lumiere -antes del estreno de Las hijas del sol, de Eva Husson- dieron testimonio de su inconformidad con la falta de equidad frente a su trabajo. Tal como cuando en su cortometraje Respuesta de mujeres: nuestro cuerpo, nuestro sexo (1975) expresa su duda por saber el rol de la mujer en la sociedad, y si este es solo dado por la definición desde el hombre o existe una que nace desde la mujer: "Hallarse en el cuerpo de una mujer es vivir una enorme contradicción. ¡Y vaya contradicción! Por un lado nos dicen “tápate, cubre tu sexo”. Por el otro lado: “¡Muéstrate, gustas, tu cuerpo vende!”. ¿Podrían ponerse de acuerdo...?". Verdaderamente es irreprimible e imparable.

Agnès Varda se convirtió en una leyenda, en un ejemplo de sensibilidad por el arte, por las imágenes y por las historias de personajes comunes y corrientes. Exactamente como ella no es.


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Publicado en la edición web de la revista Cero en conducta No. 3 (Bogotá, julio/agosto de 2018), pág. 22-23

©CBCine, 2018

©Ingrid Úsuga

Crítica de cine y nadadora artística profesional

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