El valor de cada paso que dieron
“Hazla más corta y emocionante. Y si el personaje principal es mujer, asegúrate que esté casada para el final”
-Editor neoyorquino en Mujercitas
Arriesgarse a adaptar en 2019 la novela de la estadounidense Louisa May Alcott publicada en 1868, no iba a ser un reto fácil para Greta Gerwig. Pues cuando fue publicada, apenas la mujer estaba empezando a desarrollar sus talentos y aspiraciones más allá de un espacio doméstico; contrario a lo que sucede el día de hoy, en el que ya existen muchos cargos y realizaciones de mujeres absolutamente por fuera de casa, teniendo las cualidades de ser multitareas. ¿Iba a importarle Mujercitas (Little Women) al público de hoy? Sí. Considero a Mujercitas una apuesta arriesgada pero triunfadora.
Mujercitas es la historia de las vivencias de cuatro hermanas que viven en el poblado de Concord, Massachussets. Amy (Florence Pugh), Beth (Eliza Scalen), Meg (Emma Watson) y su protagonista “Jo” (Saoirse Ronan), quien es una joven escritora y la voz de la autora del libro. La película no tiene un tiempo lineal, su característica principal se basa en los saltos en el tiempo, en el que el presente podría decirse que es la base, pero el pasado es la explicación de ese presente. Diferenciamos muy bien ambos tiempos porque el pasado generalmente lo muestran cálido (no solo desde los sucesos, sino desde un color en las imágenes más dorado o amarillo) y feliz; comparado con un presente gris, frío, real y en muchas ocasiones triste.
Logramos sentir instante por instante la nostalgia que viven estas jóvenes adultas que ya no son más niñas, porque entendemos que ya deben afrontar(se) sí o sí, que deben elegir un rumbo para su vida de “mujer grande” que conlleva responsabilidades, algunas tristezas y la separación de sus hermanas. De todas ellas solo “Jo” fue capaz de ir rompiendo con los estereotipos de ese entonces, sacando a florecer esa mujer arrolladora, apasionada, sublime e independiente que había en ella. Lo más sorprendente, es que este personaje fuera concebido en el siglo XIX, y que, así como ella, hubiera otras cuántas, que fueron los modelos revolucionarios de pensamiento para que la mujer de hoy sea lo que es. Jo no necesitó actuar como un hombre, se rebeló expresándose a través de su escritura.
“Las mujeres tienen mentes, tienen almas, así como corazones. Y tienen ambición, talento, así como belleza. Estoy tan cansada de que la gente diga que el amor, es para lo único que una mujer está hecha. Estoy harta de eso. Pero… me siento tan sola”
-Jo
Debemos admitir que, aunque Jo se quejara tanto de esta manera de la mujer ser vista en la sociedad, si algo tendría que dejar entrar en su vida, sería al amor, no por ser estereotipada o “supuestamente” solo servir para eso, sino para entender que, sin el amor, su vida tampoco tendría un sentido, que su escritura, que sus emociones no tendrían algún significado de no sentir este en su vida. De darse cuenta de que la mujer sirve para muchísimas cosas y que su impulso es el amor, por más ruda que quiera ser con ella misma y con la sociedad.
El filme no solo es un relato profundo, con todos sus personajes bien desarrollados y con una intención en especial, con aspiraciones y sentimientos (nunca fueron vacíos). Es una película muy completa, desde sus actuaciones, su música, hasta su diseño de producción. La belleza, la determinación y la pasión son características de esta obra en la que se ve toda la mirada y el toque femenino que tuvo, desde sus protagonistas, desde la mirada de la historia, desde la autora del libro hasta la directora de la película. Aplausos para ellas.
Quizá hoy nos sucede lo mismo que el contraste de tiempo que hubo en Mujercitas gracias a sus flashbacks: hoy somos más maduras, hoy entendemos más el valor y las capacidades de las mujeres, pero fue solo a través de los aprendizajes del pasado, llegamos al siglo XXI contándolo desde la perspectiva de lección y experiencia.
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©Ingrid Úsuga
Crítica de cine y nadadora artística profesional