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  • Foto del escritorIngrid Usuga

La raza es el dinero: También la lluvia, de Icíar Bollaín.

Actualizado: 5 jun 2018

La raza es el dinero


“Mirad a los indios a los ojos: ¿acaso no son hombres?, ¿no tienen almas racionales? ¿Acaso no estáis obligado a amarles como a vosotros mismos?”

-Antonio Montesinos



¿Cuánto pueden cambiar las situaciones a través del tiempo? ¿Realmente estamos condenados a repetir nuestra historia si no la conocemos? Pareciera que solo se alterara el contexto con el paso de los años, porque al final, las sociedades terminan por repetir la historia. También la lluvia es el rodaje de una película dentro de la película. Aquí se hace un paralelo entre el pasado (la llegada de los españoles a América) y el presente (Bolivia, abril del 2000) que vive la guerra del agua. En el filme se cuenta la colonización desde otro punto de vista. Costa (Luis Tostar, nominado a mejor actor protagónico en los premios Goya) es un ambicioso productor de cine, y Sebastián (Gael García Bernal) es un joven soñador y director de la cinta que están a punto de grabar en la ciudad de Cochabamba. Ambos a espaldas de la situación del País, continúan con sus aspiraciones de realizar el proyecto, pero a medida que la guerra avanza, el entusiasmo de ambos comienza a agrietarse viéndose obligados cada uno a tomar rumbos opuestos.


Cuando los bolivianos quisieron refinanciar los servicios de agua pública, el banco mundial exigió la privatización de esta. Pero, ¿qué tiene que ver la lluvia en todo esto? Que se creó además una ley que prohibía a las personas acumular hasta el agua que caía del cielo. Podría decirse que a estas personas les venden la vida, sus propios pozos y lagos; casi que también les venden el aire con el que respiran. “Vivís en el pecado y en él morís, ¿por qué? Por la crueldad y la tiranía con que usáis a esta gente inocente” decía Antonio Montesinos. Verdaderamente nunca hubo diferencia alguna de la explotación de los indígenas hace 500 años con la llegada de los españoles y el presente en donde los bolivianos trabajaban la mayoría por dos dólares al día incluso para ser extras de la película.



Esta situación se convirtió en victimismo contra la modernidad. Los indígenas continúan siendo objeto de injusticia y llevados a la servidumbre en sus propias tierras donde debería vivir pacíficamente su vida. ¿Con qué derecho las sociedades extranjeras pueden entrar libremente a sus territorios y oprimirlos, fatigarlos y dejarlos hambrientos? No hay respuesta a tal inquietud, solo conformarnos con aceptar que hay intereses políticos y económicos de potencias que superan el interés propio de la calidad de vida de otras sociedades bajo su poder.


Es imposible no resaltar el trabajo de producción que También la lluvia logra al contrastar el tratamiento de las imágenes con el componente sonoro; convirtiéndose en un material completamente convincente y que ubica al espectador en la línea de tiempo en el que la directora Icíar Bollaín quiera mostrar en ese momento. Hay que destacar además, que el filme cuenta con una bellísima musicalización que fue compuesta por Alberto Iglesias. Pero, a pesar de esos aciertos formales, los actores no logran obtener mayores frutos debido a que sus personajes no evolucionan y se quedan en el estereotipo. Por ende, el obstáculo del buen desarrollo de la película es el guion de Paul Laverty, el escritor habitual de los filmes de Ken Loach y pareja de la directora, y la manera como Icíar Bollaín lo expone, porque no ahonda realmente en los problemas sociales que se plantean, solo los expone sin promover soluciones.


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Publicado en la revista Kinetoscopio No. 118 (Medellin, vol.27, 2017), págs. 30-31

©Centro Colombo Americano de Medellín, 2017

©Ingrid Úsuga

Crítica de cine y nadadora artística profesional

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